Por increible que parezca, a pesar de que el grupo Los Freddy's ha sido uno de los más exitosos, duraderos e influyentes en toda la historia de la música moderna en español, aparentemente nadie se ha ocupado de escribir su biografía ni de presentar su discografía más o menos completa ni de dedicarle un sitio en internet.
Considerando de elemental justicia hacerlo, aquí ofrecemos una semblanza biográfica y discográfica de esa agrupación, con base en el conocimiento personal y en lo leído y escuchado aquí y allá a lo largo de tantos años.
La semblanza abarca desde los inicios del grupo (1962) hasta el último disco en el que participó el vocalista Arturo Cisneros (1994).
wooly bully
sin razon para vivir
si tu te vas
sueno feliz
ven dame tu fe
divina maria
un mundo sin amor
muchachos
traeme mi amor
diciendote te quiero
el diablo en su corazon
estoy muriendo
AQUI EMPESAMOS CON LA DISCOGRAFIA DE LOS
FREDDY'S POR CORTECIA DE MARIO LA GUASANA
DE LA PALMA MICH.
Año de 1962 en el barrio de San Andrés, una colonia de Guadalajara, Jalisco, México. Cinco jóvenes estudiantes unen sus todavía incipientes talentos para formar un grupo musical con el nombre The Freddy's Boys: José Luis Tapia Coronado (guitarrista), su hermano Fernando Tapia Coronado (bajista), Ricardo (vocalista), Artemio Chávez (requintista) y Valentín Terrones (baterista).
Realmente, en el grupo nunca hubo alguien llamado o apodado Freddy. El nombre surgió porque José Luis, Valentín y otros tres amigos salían juntos a conocer muchachas y, al presentarse con ellas, cada uno decía llamarse Freddy (lo cual fue una ocurrencia de Valentín), de modo que las muchachas se referían a ellos como "los Freddys".
Los primeros ensayos fueron en su barrio de origen. A los seis meses (principios de 1963) fueron invitados como grupo a irse a probar suerte a Tijuana, Baja California, pero Ricardo no pudo viajar con ellos, por lo que integraron en su lugar como vocalista a quien durante 31 años sería fundamental en el sonido del conjunto: Arturo Cisneros.
Tijuana
Ya en Tijuana se dieron cuenta de que las cosas no serían tan fáciles. En las noches, después de tocar, dormían en su automóvil. Para poder acomodarse ponían los instrumentos arriba, en el toldo o capacete, y se turnaban para que siempre uno de ellos hiciera guardia y cuidara que no desaparecieran.
También se dieron cuenta de que tenían mucho que aprender todavía, y la fronteriza ciudad, con su mosaico de culturas y de géneros musicales, fue su gran escuela. Conocieron a muchos talentosos músicos, y de todos aprendían algo.
En cierta ocasión, Fernando se lastimó un dedo y se vió imposibilitado para tocar el bajo. Uno de aquellos talentosos músicos, Javier Virgen, lo suplió durante un mes, y terminó quedándose en el grupo para cantar en sus presentaciones los éxitos del momento en inglés.
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